lunes, noviembre 29

Un cuerpo, una pared...

"Qui dammnare potest is absolvendi 
quoque potestatem habet"
Princesa...

biengasta un instante en descubrir un cuerpo atrapado por una pared.

Una pared infinita, sin rugosidades, carente de color y aristas. Una pared gélidamente pusilánime. Sin ventanas ni aun rendijas, sin hendiduras para poder escalarla. Una pared circular y que aunque carece de techo, es tan elevada que al mirar arriba se transforma en un infinito cónico.

Un cuerpo desnudo tumbado en el suelo. Con el dorso curvado, dejando a la vista, una a una, las vértebras que parecen querer desgarrar la piel y escapar. Las piernas encogidas y apretadas contra el torso, mientras la cabeza está hundida y escondida bajo unos brazos que la aprietan desesperados. Flota ese cuerpo sobre un charco de lágrimas cristalizadas, que reflejan en el suelo, la estructura que lo envuelve, para burlarse de las miradas que reverberan desde el piso. Los dedos ensangrentados por intentar baldíamente rasgar la pared pretendiendo una ascensión imposible, se hallan enredados en mechones de cabello pegajosos, ungidos por una seca sangre coagulada. Músculos acalambrados por tratar de saltar lo más alto posible y estrellarse,  miles de veces, contra contra una fortaleza hecha tabique. La voz, se acalló en una afonía provocada por eternos gritos afligidos, demandando un auxilio más que improbable. Y los ojos, los ojos ya no miran. Permanecen cerrados, por no enloquecer con una visión perversamente repetida.

El tiempo ausente, la vida detenida...

Mientras tanto, mi alma luce distante desde su abosolución corpórea, perdiendo sus hojas, encadenada a un inmortal otoño. Y contempla este escenario, sin abandonar de su pensamiento, ese cuerpo que es el suyo, y esa maldita pared, que es el silencio al que tú le tienes condenado...

Buenas noches, Princesa

te besa,

Tu mosquetero

1 comentario:

  1. Bestial. Me golpea los ojos y el alma.
    Recibe este modesto y fascinado aplauso.

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