lunes, octubre 11

La timidez del amor de verano...

Princesa,

los estados de ánimo van y vienen a mi vida, volteándome como un carrusel.

Hoy el aire sabe a nostalgia. Nostalgia de esos  tiempos que no solo no volverán, sino que hoy el paso de los años ha difuminado, adornado y ha distanciado todavía más, de esta tarde de otoño y soledad.

Hoy como un niño, me siento falto de las sensaciones del amor de verano. Ese amor de pantalón corto, de rodillas escorchadas y bicicleta. El amor de río, de excursión y piscina. Y amor sobre todo de interminables vacaciones escolares.

La sensación del cosquilleo que me provocaba tu presencia, la divina angustia de estar pendiente de ti, el disimulo de seguirte con la vista evitando el embrujo de un cruce de miradas. Ese acercarme con el corazón empequeñeciendo mi pecho y el no saber qué decirte adueñado por la timidez...

Porque todos lo veranos, llegaba ese instante, ese examen de valentía... y siempre la cobardía, era capaz de arruinarlo, pues nunca fui capaz de reproducir el discurso de enamorado, que tantas veces había ensayado.

Y así se escapaba uno y otro verano. Y regresaba el invierno que seguía a cada otoño, y la primavera... y siempre recuerdo mis tardes, repeinado, hablando frente al espejo del armario de la habitación de mis padres, gesticulando, soñándote delante, convenciéndome... y pensando que sería el siguiente verano, el momento de ganarle la partida a la timidez.

Princesa, hoy, tantos años después, me pregunto sino serán todas estas cartas, los ensayos que heredaron mis inviernos, mis otoños y mis primaveras... y sobre todo me pregunto si estarás en mi próximo verano y si podré decirte lo que tantas veces no me atreví...

Buenas tardes, Princesa

te besa,

tu Mosquetero

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