sábado, octubre 30

La señal...

Princesa,

hoy te vi dormir por última vez en mi vida. Anoche antes de que durmieras, quise abrazarte fuerte, quise sentir como tu abrazo rompía mi cuerpo... pero solo noté frío. Sentí como si en mi pecho, los barrotes de una jaula se separaran, para dejar escapar un pajarillo que había anidado allí, junto al corazón de este mosquetero que quiso una vez disparar a la luna y abatirla.

Así fue. Fue la señal. Una señal, de esas que tantas veces habíamos hablado. Esas señales que hablan más que miles de palabras y que en este caso fue suficiente para arrojar al descalabro mi esperanza. Sentí que tenía que irme bien lejos, cargar en mi equipaje todo el dolor, para que tu pudieras seguir volando sin lastre.

Otra vez volvemos al punto de inicio. A esa terrible partida de ajedrez, en la que con las figuras solemnemente colocadas sobre el tablero, me hallo sentado, y no tengo a nadie enfrente para comenzar a jugar.

Hoy he de marcharme bien lejos... allí donde nadie me escuche llorar...

Buenas noches, Princesa

te besa

Tu Mosquetero

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