domingo, octubre 3

Llegó otra noche...

Princesa,

llegó otra noche, la ciudad menguó sus diarios ruidos. Escucho el trazo de mi estilográfica deslizándose por la cuartilla de papel, que cada noche me espera, para recordarme, que tengo que volcar en ella las palabras que van abandonando mi cuerpo.

El silencio, y la tranquilidad son capaces cada noche de ralentizar el tiempo, de convertirse en lastre de las agujas del reloj, y vestir de eternidad cada madrugada de soledad, mientras el café se consume, y yo, espero que el sueño diario venga a secuestrarme. Pienso en la gente que es capaz, de dormir toda la noche, que le basta colocar una sonrisa sobre la almohada y en suspiro quedar profundamente dormida.

A mi desde niño, me costó negociarle a la noche el descanso, había siempre ideas que iban y venían, dando vueltas, y que conseguían estimularme de tal manera, que escuchaba cada media hora, como el viejo reloj de casa de mis padres me iba recordando que el amanecer me acechaba.

Hoy pienso si no será que todas las horas que no he dormido en mi vida, tendrán la recompensa de su recuperación el día que empecemos a dormir juntos. Ese día pasaré a formar parte de la gente que duerme y que hoy admiro...y si esa noche llega, seguro seré el hombre más feliz del mundo, y no cabrá en mis labios la sonrisa que me duerma...

Buenas noches, Princesa

Te besa,

Tu Mosquetero,

PD: Como un maniático protocolo, después de escribir cada carta, y antes de arroparla en el sobre, me gusta leerla, e imaginar que ese susurro atraviesa la distancia que nos desune y llega suavemente para colarse en el sueño que cada noche te acuna.

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