Princesa,
la última luz que alumbraba mi alma,
la fundió esta tristeza que me solivianta...
Esta noche, no podría revivirme
ni el abrumador recuerdo de tu sonrisa,
que tantas veces acudió a mi rescate...
La oscuridad entumeció mi alma,
y mientras mis manos se helaban,
y mis labios se escondían,
nacieron a la par dos lágrimas,
que buscándote, firmaron estos versos,
difuminando la tinta que los trazaba...
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