miércoles, octubre 27

En 1.638...

Entro en sigilo, tal y como nos enseñaron los instructores de la Academia de Le corps des Mousquetaires de la Maison Militaire du Roi de France.

¡Qué gusto oler a hogar! Me quito las botas para no manchar el suelo, dejo a la entrada el mosquete, el sombrero de ala con pluma y el gabán. Regreso de hacer la guardia diaria en el Château de la Grève, del señor caballero Des Essarts.

Estoy cansado, pero solo de verte, recobro la energía perdida. Te beso y te abrazo intensamente mientras suspiro. Me quedo unos minutos frente a la chimenea para calentar mi cuerpo y mi alma,  el gélido frío del Pays des Essarts, me tenía helados los huesos. Tus manos calientes me dan unas friegas en la espalda, esa espalda que cobija tantas cicatrices de heridas de otros tantos duelos y batallas que quedan ya tan lejanos.

Después, me espera el balde con agua caliente, para quitarme los sudores de la jornada, y acabar de olvidarme del mundo exterior.

Es la hora de la cena, ensalada de la pequeña huerta que tenemos junto a la casa, y un cocido de verduras para enemistar a ese frío que todavía no acabó de irse de mi cuerpo.

Antes de dormir, nos contamos nuestro día, leemos un buen rato, apagamos la luz, nos fundimos en un abrazo y...  encendemos el sueño...

Mañana será otro día a tu lado, madmoiselle, y siempre diferente al anterior...

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