martes, noviembre 30

Un abrazo...

"Spem nemo emit"
Publius Terentius Afer

Princesa,

vestido camina de sencillez mi deseo, y tras sus huellas, imita su paso, el andar de mi cuerpo desnudo de afecto.

Es hoy, un abrazo, el anhelo humilde que llena mi noche, huyendo de imposibles besos, caricias y palabras. Pero no es un débil abrazo el que preciso, sino uno de esos que solo sabe entregar un viento gélido, cuando es capaz de colarse por poros de las ropas, atravesando carnes, tejidos y músculos, para apretar con fuerza los huesos y convertirlos en frío aluminio, mientras en ese medio suspiro, asesina la vida, para resucitarla al instante siguiente.

Un abrazo... ese es, mi deseo vehemente.


Buenas noches, Princesa

lunes, noviembre 29

Un cuerpo, una pared...

"Qui dammnare potest is absolvendi 
quoque potestatem habet"
Princesa...

biengasta un instante en descubrir un cuerpo atrapado por una pared.

Una pared infinita, sin rugosidades, carente de color y aristas. Una pared gélidamente pusilánime. Sin ventanas ni aun rendijas, sin hendiduras para poder escalarla. Una pared circular y que aunque carece de techo, es tan elevada que al mirar arriba se transforma en un infinito cónico.

Un cuerpo desnudo tumbado en el suelo. Con el dorso curvado, dejando a la vista, una a una, las vértebras que parecen querer desgarrar la piel y escapar. Las piernas encogidas y apretadas contra el torso, mientras la cabeza está hundida y escondida bajo unos brazos que la aprietan desesperados. Flota ese cuerpo sobre un charco de lágrimas cristalizadas, que reflejan en el suelo, la estructura que lo envuelve, para burlarse de las miradas que reverberan desde el piso. Los dedos ensangrentados por intentar baldíamente rasgar la pared pretendiendo una ascensión imposible, se hallan enredados en mechones de cabello pegajosos, ungidos por una seca sangre coagulada. Músculos acalambrados por tratar de saltar lo más alto posible y estrellarse,  miles de veces, contra contra una fortaleza hecha tabique. La voz, se acalló en una afonía provocada por eternos gritos afligidos, demandando un auxilio más que improbable. Y los ojos, los ojos ya no miran. Permanecen cerrados, por no enloquecer con una visión perversamente repetida.

El tiempo ausente, la vida detenida...

Mientras tanto, mi alma luce distante desde su abosolución corpórea, perdiendo sus hojas, encadenada a un inmortal otoño. Y contempla este escenario, sin abandonar de su pensamiento, ese cuerpo que es el suyo, y esa maldita pared, que es el silencio al que tú le tienes condenado...

Buenas noches, Princesa

te besa,

Tu mosquetero

domingo, noviembre 28

Mi juicio...

"Alea jacta est"
Menandro

Princesa,

y al instante siguiente a morir, comenzó el juicio de mi vida. Aconteció en una gran sala pintada en ocres, de alto techo blanco repleto de artesonadas y celosías.

Delante de mi un juez sin rostro, con peluca y negra toga. En su mesa y a su derecha dispuesto un mazo de madera, descansado sobre el plato repleto de señales de cientos de golpes previos.

A mi derecha, una mesa vacía, y justo detrás de ella, pude identificar a todas las personas a las que en algún episodio de mi vida, dañé de una u otra forma. Era curioso, porque todos tenían la edad del momento en que se produjo mi agravio. Vi niños, jóvenes, adultos y ancianos. Me asombré, no pude contarlos, porque no pude ni mirarlos. Me asusté, estaba claro que sería un procedimiento sumarísimo, como esos que recordaba de los juicios de las grandes guerras.

Uno a uno, fueron pasando mis agraviados, y explicando, con detalle el mal que en su día les causé. Hubo de todo, desde los que no recordaba, hasta los que me avergoncé de escuchar. Desfilaron en orden cronológico, como en un resumen de mi existir en el mundo.

Fui incapaz de medir el tiempo que transcurrió, con la extraña sensación, como si en aquel estadio, en que nos encontrábamos, el tiempo pareciera no discurrir.

Una vez acabaron, se hizo un gran silencio. Un silencio de esos que atruenan y hieren. El juez, lo quebró con una voz solemne cediéndome la palabra.

Durante muchos años me tocó orar en público. Pero siempre fui una persona de discursos preparados. Siempre medí previamente, cada palabra y cada entonación, para controlar de una manera casi obsesiva el mensaje que quería transmitir.

Y qué paradoja, me hallaba justo a comenzar, el discurso más importante de mi vida, y no tenía unos folios delante preparados. Tenía que improvisar e improvisé:

-Me habéis mostrado todos los males que infringí en mi vida. A algunos pedí perdón en su día, a otros ni os recordaba, y otros tantos, reconozco que os dañé a sabiendas. No sé si en este momento, el perdón llegará tiempo, pero eso lo único que puedo pediros. También os diré que seguramente, si se hubiesen presentado en este juicio, todos aquellos que en mi vida hice algún bien, bien cierto es, que desequilibrarían la balanza a su favor.

Después se volvió a llenar la sala de silencio. Y fue cuando el juez se levantó y tomó la palabra, diciendo:

-El bien que hiciste en tu vida, en ella ya encontraste su recompensa. Pero como ves hay muchos daños que todavía tras tu muerte siguen vivos. En este juicio, no se dictan sentencias, solo se te entrega tiempo. El tiempo necesario, para pensar, tú mismo, que condena mereces...

Y un segundo después, el martilló percutió con fuerza el plato...


Buenas noches, Princesa

Te besa,

Tu mosquetero

sábado, noviembre 27

El sabor de un beso...

"Difficile est longum subito deponere amorem" 
C. Valerius Catullus 
Princesa,

he olvidado a qué saben los besos. Ni recuerdo a qué saben, ni recuerdo donde fueron a dar...

No sé si fueron muchos, pero sé que hubo. Y a ese escondite oscuro del deseo condenado, marcharon los de joven, aquellos que sustrajeron las mejillas de las mujeres que amé, y no me correspondieron, esos sutiles besos de encuentros y despedidas, y que nunca fueron de soñado tránsito. Malditos amores.

Después vinieron abrumadores besos de amor, besos con los que pinté los labios y cada rincón de los cuerpos de las mujeres que amé y me amaron. Besos del ahora y del siempre, besos de pasión, de buenos y malos días, besos de película, de sábado y de lunes, de playa y arena. Aquellos de desayunos sin diamantes y de cenas a tres velas. Besos de ojos cerrados, de bailes a la luz de la luna, besos sin roce y besos que aguardaban el siguiente beso. Besos de labios sellados y abiertos, besos que nunca negué y besos... que nunca me negaron. Pero esos tampoco pude retenerlos, y fueron muriendo gradualmente, cuando la rutina canjeo el amor por el cariño. Maldita rutina.

Y olvidados también los últimos besos que entregué a tus labios, y tus labios recogieron.  Creí que eran los primeros de muchos, pero tú silencio me hizo saber que serían los últimos de pocos. La primera noche fue también la única. Maldita noche.

Y ya no sé comprar ni besos sucios, ni dónde debo ir a buscar limpios. Esa es ahora mi condena. Maldita condena.

Del sabor que tiene un beso, hoy solo recuerdo, que así se llamaba un poema que mi padre escribió a mi madre hace ya cincuenta años. Malditos años.

Buenas noches, Princesa

Te besa

Tu Mosquetero

jueves, noviembre 25

Barcino...

"Mundus appellatur caelum, terra, mare et aer"
Septimivs Tertvlianvs Florens
Princesa...

uno a los lugares donde ha vivido, sin término medio, o los ama o los odia. Yo viví en Barcino, durante mi época de estudiante. Nunca me gustó el lugar, y aprovechaba siempre, el más mínimo despiste en mi calendario para escapar y acudir a la llamada de mis montes y mis vientos.

El destino quiso que haya vuelto a esta ciudad, por unos días, para hacer un curso de formación de unas extrañas máquinas alemanas para contar apuntes de manera semiautomática, que van a instalar en el Banco donde trabajo.

Con las tardes libres, y con recelo, me he lanzado a caminar de nuevo por sus calles, pero esta vez pausado, sosegado, respirando hondo y con la mirada reposada. He encontrado una ciudad diferente, aunque, tal vez sean mis ojos los que la miraron diferente. He disfrutado de sus ramblas, de sus edificios modernistas, de sus calles y plazas, he intercambiado cientos de miradas con sus gentes, a la par que mi rostro les iluminaba con una sonrisa. Encontré cafeterías de mesas de mármol, de esas que tanto me agrada frecuentar. Y cuando oscurecía, seguía siendo una ciudad viva, coloreada por una iluminación de vapor de sodio anaranjada, que daba más calidez a las calles y a las fachadas de sus edificios.

Hoy le pedí perdón a esta ciudad, por no haberla sabido entender, después de tantos años, y sentí una gran sonrisa de perdón reflejada en una luna que cada noche me acompañó a dormir. Yo no sé, si las ciudades hablan, pero te aseguro que hoy así lo sentí, además de tener la extraña sensación de que en un futuro, no se si lejano, volveré acá para quedarme...

Buenas noches, Princesa

Te besa,

Tu Mosquetero.

martes, noviembre 23

Nunca...

Princesa,

con un río cerca, uno no debe nunca emprender un viaje a la luna, buscando un agua que sacie su sed. Nunca...

domingo, noviembre 21

Sin sombra...

Nos enim, quicumque vivimus, 
nihil aliud esse comperio, 
quam simulacra et levem umbram.

Princesa,

me asomo al precipicio que otra vez una callada ciudad dormida entrega a mis pies descalzos. Prendieron las estrellas esta noche, para apuntarme con los dedos de su luz, el camino entre riscos devorados por los besos que hoy quedaron sin descubrir. Diviso una playa que guarda restos y aromas de cuerpos entregados a furtivas caricias pasionales, dejadas al goce del devenir del deseo.

Cerca, el mar, que calla tanto como cuenta, y esta noche cuenta como mi sombra se descosió de mi pies y fue a sumergirse, para llenarse de él. Sé que ya no volverá, será para siempre, una sombra libre, excarcelada de la atadura de mi cuerpo.

Yo vagaré sin mi compañera fiel que fue mi sombra desde que me arrojaron al mundo. Con ella caí y me levanté, dormí y soné, corrí, jugué y alguna vez, incluso amé.

Pero, ¿de qué le sirve a un hombre la sombra, si no tiene a nadie a quien arropar con ella?... ¿de qué le sirve?

Y en ese espacio donde duermen prensadas para siempre todas las sombras, entre el cuerpo sin vida del difunto y la seda y el mullido que forran la base del ataúd, el día que yo muera, en ese espacio, no busquéis a mi sombra. Porque lejos, muy lejos de mi cuerpo entumecido, nadará mi sombra libre, entre la vida y el mar... entre el mar y la vida...

Buenas noches, Princesa

te besa

tu Mosquetero

sábado, noviembre 20

Sobre tu voz...

Princesa,

se muere la noche en mis manos, y a la par muere mi anhelo, de acostarme sobre tu voz...

viernes, noviembre 19

Coleccionista de sueños desbaratados...

Nemo certe fuit
Princesa,

a coleccionar sueños desbaratados, pocos me han ganado.

Mi vida frecuentó esquinas, que solo escondían golpes inesperados. Golpes que nunca supe encajar. Creo que soy  la persona con la mayor carencia de astucia, de las que me he topado en este mundo. Nunca supe leer entrelíneas, ni traducir miradas, ni mucho menos interpretar gestos, nunca supe... y esas cosas no se aprenden, uno nace con ello y lo arrastra toda su vida.

Siempre estuve dispuesto al amor, y a veces creo que uno debe esconderse, porque hay cosas que le convierten en un ser más vulnerable. He tenido muchos ramos de margaritas en mi mano, prestos a ser entregados antes de esperados besos... pero esos besos nunca llegaron... solo llegaron una y otra vez, las margaritas de vuelta a casa, para empaparse de saladas gotas de vidrio que vertían mis ojos derrotados.

Hoy es una de esas noches de plumas apagadas, de parsimoniosas palabras, de sensaciones que se hacen diminutas desvaneciéndose en el silencio. Una de esas noches, que hasta el tiempo anda educado, pidiendo permiso para acontecer y no detenerse a llorar junto a estos papeles emborronados.

¡Cuánto puede llenar un vacío! Tanto como palabras mudas pueden esconderse en un interminable paseo repleto de miradas ausentes.

Maltrecha queda la cara oculta de mi alma. Allí ya no caben más costuras ni cicatrices, pero todavía Princesa, sigo  esperando, que el amor reaparezca con mágicos susurros, capaces de volver a avivar el ritmo, de mi desconsolado corazón de eterno soñador...


Buenas noches, Princesa

Te besa

Tu Mosquetero

Duerme, mi vida

Duerme, mi vida, 
no me esperes 
despierta, 
solo fue un sueño, 
lindo, sí, 
pero un sueño...
 
Fuera sopla 
el viento muy fuerte,
y a su designio 
vuela mi alma, 
sencilla y frágil, 
como el aleteo 
de un gorrioncillo...

jueves, noviembre 18

El gorrión...

Alis volat propriis.
Princesa,

un gorrión no emigra buscando el tiempo cálido en las estaciones de frío, y no por falta de ganas, sino porque su aleteo no está hecho para esos largos trayectos. Condenado a nacer y morir en los mismos espacios, donde también pasará los fríos y calores. Nadie lo quiere albergar en casa en una jaula,  ya que el plumaje pardo que viste no es hermoso y su canto tiene un timbre muy alejado de un trino melodioso. Los niños de los pueblos colocan trampas para cazarlos o tratan de abatirlos con viejas escopetas de perdigones, mientras que los niños de las ciudades, los ignoran y prefieren perseguir palomas... Para un gorrión, todos los días son iguales, todas sus semanas tienen siete lunes...

Y muchas veces, de esa guisa me veo. Revoloteando la ciudad, en busca de un charco, para saciar mi sed con dos sorbitos, y tratando de regatear a las palomas unas migas de pan caídas sobre una acera, y si no hay suerte, saliendo a las afueras, para descender sobre algún campo donde hurtar unas semillas de girasol o trigo.

Pero tengo mi nido... y por las noches sueño. Y eso nadie me lo puede arrebatar. Ahí si que atravieso océanos sobrevolando entre las nubes. Y cuando me place me acuesto sobre la arena blanca de la luna, y en las largas tardes, con medio canto prestado de ruiseñor, enamoro cardelinas, con las que termino aleteando entre los sauces de un soto que orilla un río de aguas claras.

Y así pasa mi tiempo, entre palomas de día y cardelinas de noche, suspirando que tal vez alguien piense, que la única premisa para poder volar la vida a lomos de un gorrión, es simplemente... querer.

Buenas noches, Princesa

te besa,

Tu mosquetero

miércoles, noviembre 17

Amor inventado...

Non est aurum omne quod radiat
Princesa,

en un secreto tenía escondido todas las demandas de mi alma, y la noche que asomaste a mi vida, le sume a ese misterio tu cuerpo, tus ojos y tu risa. Y así fue como inventé un amor.

Pensé en lo sencillo que debía ser, enamorar a un amor que uno para si había creado... y así traté a golpe de verso y carta, que germinará entre los dos un inmaculado sentimiento. Fueron muchas noches de conjugar inspiraciones y bailar con musas alquiladas, de buscar llamadores en puertas cerradas, de teléfonos destimbrados y de clamar al cielo ausencias infinitas.

Hastiado, fui a buscar adjetivos y palabras, que otros escribieron... quise plagiar a los encantadores de la historia...y plagié, pensando, que los hechizos del amor eran eternos...

Pero no conseguí que esos oscuros ojos, volvieran a posarse en mi. Ni tan solo logré una sola sonrisa dedicada... ni volví a sentir el tantas veces soñado roce de una piel esquiva.

Y así fue, como decidí desinventar lo inventado... dejé que ese cuerpo, esos ojos y esa risa que había tomado prestado, volarán libres en busca de un amor no obligado.

Y a resguardo seguirá lo que anhela mi alma, sin ser yo quien ose, tratar de inventar más amores imperfectos...


Buenas noches, Princesa

te besa,

Tu Mosquetero

lunes, noviembre 15

Líquido...

"Hoc erat in votis"
Esto estaba en mis deseos
Princesa,

persigo fantasmas en la noche, y navego sobre oleajes de plumas y de húmedos terciopelos, mientas abordo débiles sueños, insuficientes para ser evocados en repetidos mañanas.

Y en la escondida cara de una de mis lunas de nácar, vi agitarse esta noche cosida a otro cuerpo de mujer, la sombra de tu sombra. En una danza prohibida que se adueño de mi cuerpo, vi acercarse pasiones y lujurias... vi arrimarse coloridos anhelos de sudores adictivos.

Y Líquido... en un instante, todo se hizo líquido. Sumergidos los poros de la piel en húmedas caricias, nos fuimos devorando a besos desesperados, mientras disponíamos nuestros cuerpos con avidez, al epílogo de un vientre enhebrado de deseo...

Y así, así gemimos acompasados quebrando la luz del cielo, y así... así nació susurrada la tonada del amor hecha vida...

Buenas noches, Princesa

Te besa,

Tu mosquetero

domingo, noviembre 14

Sencilla sonrisa...

Sonríe aunque sólo sea una sonrisa triste, 
porque más triste que la sonrisa triste, 
es la tristeza de no saber sonreír.
Anónimo

Princesa,

hoy es uno de esos días que ando vestido con una sonrisa. Sí, ando una sonrisa de esas que sorprenden a la gente que nos cruzamos en la calle. Sin ser perfecta ni reluciente, su sencillez y humildad le dan un abrumador toque de elegancia. Una sonrisa que es bandoneón y lluvia, que es la ingenuidad de una suave brisa de otoño... Una sonrisa como un ramo de tomillo y margaritas, como una noche de rosada y estrellas... como un día de vino y rosas...

No hay negocio en las sonrisas, todo se puede comprar en este mundo... pero una sonrisa no. Y para una persona triste, sin duda, tiene un valor incuestionable. Por eso me gusta tratarla con cuidado, con mimo, como quien custodia un preciado tesoro.

Tengo el día el por delante para disfrutarlo con ella. Por la mañana pienso pasearla por el mercado, comparemos fruta, legumbres y hortalizas. Después daremos un paseo por el parque, como dos enamorados, disfrutando de cada paso, de cada suspiro. Iremos a comer, hoy merece mantel blanco y servilleta de tela. Y en la tarde, iremos al cine, haremos que la película nos traslade a otros lugares, a otros paisajes... y después me acompañará a una de esas cafeterías de eternos cafés conversados.

Y llegaremos a casa cómplices, y nos desnudaremos. Nos acostaremos sobre la cama niquelada de colchón de lana, arropados por sábanas y mantas que alejen el frío. Sentiré sus besos, antes que llegue el inevitable momento de la despedida  El sueño me vencerá, un instante después los músculos de mi cara se relajaran y la sonrisa saldrá volando en busca de pintarse en otros labios. Desgraciadamente, nadie puede retener en la noche una sonrisa, porque nadie puede dormir con ellas.

-Sonrisa, no me agradezcas el día, y torna a visitarme cuando quieras. Contigo la espera del amor será siempre más tierna y soportable...

Buenas noches, Princesa

Te besa

Tu Mosquetero

sábado, noviembre 13

Son de mármol las mesas...

Princesa,

son de mármol las mesas, y de forja las sillas. Hay humo, y aroma a caliqueño y a celta corto. El ruido se cuela entre las pajaritas negras que adornan los cuellos de las impolutas camisas blancas de los camareros. Ninguno de ellos cumplirá ya los cincuenta. Las paredes repletas de fotografías con decenas de ojos de fantasmas que parecen escrutarnos con miradas venidas desde cementerios de tertulias lejanas.

Tu bolso descansa en la tercera silla de nuestra mesa, junto a tu abrigo, largo, negro con pinceladas de naranjas y verdes. Tu cuerpo vestido con un traje chaqueta azul marino, camisa beige, medias oscuras y zapatos de tacón. Tu cuello enredado por un collar de perlas, a juego con los pendientes  que esconde tu larga melena ondulada. Maquillaje justo y labios y uñas pintados de un rojo bermellón. Tu sonrisa siempre desnuda, tu palabra siempre vestida del adjetivo preciso. El cenicero de nuestra mesa, está repleto de cigarros fumados por labios extraños.

Yo he vestido de oscuro los nervios previos al encuentro, traje, corbata y un pañuelo que asoma tímido por el bolsillo izquierdo junto a la solapa de la americana. Salí de casa, despidiéndome con una mirada presumida en el espejo. Me siento joven. Dicen y no les falta razón, que uno siempre tiene la edad de la mujer que ama.

Y observo tus ojos reflejados en el tintenear de una cucharilla de plata que da vueltas a un café con leche tibia. Nuestros días y sucesos no salen en los periódicos, pero contados aquí y ahora, adquieren la trascendencia de noticia a cuatro columnas, de la primera plana de nuestra vida. Estamos vivos, y nos reímos en la sonrisa del otro. El tiempo se detendrá antes que iniciemos un corto paseo... como antesala a un hasta pronto acompañado de dos besos en la mejilla, con la incertidumbre de no saber si habrá o no un próximo café.

Así es el amor... El amor vive en las cosas sencillas, sin ornamentos ni faustos, y así me gusta amarte, a la sombra de la vida. Sin pensar nunca en el mañana. El amor siempre es hoy. Y no lo olvides, al día siguiente que pensemos en el mañana, el amor no hará sino iniciar su breve camino al cadalso de la rutina.

Buenas noches, Princesa

Te besa,

Tu Mosquetero

viernes, noviembre 12

El Íber...

Lux Fulget in Aqua
Princesa,

los que tenemos el mar lejos, siempre buscamos  espacios que nos llenen ese vacío de sensaciones y de calma, que uno experimenta frente al mar, sus sonidos y su horizonte. Yo hallo esa tranquilidad y paz, caminando por la ribera del Íber, ese majestuoso río que despacito, despacito camina en un ir infinito buscando el mar que no tienen mis ojos. Me gusta su acogedora ribera penumbreada de noche y de niebla... me gusta respirar su húmeda fragancia y contemplar su andar sigiloso.

Nadie escucha la historia que acuna su silencio. Nadie le reclama miradas ni besos furtivos, abandonados a su suerte en su orilla. Nadie le reclama los sonidos que custodia sumergidos. Nadie. Nadie.

Pero no le importa. Siempre está dispuesto a escuchar al enamorado. Al que le habla de distancias insalvables y de sueños mutilados por silencios. Siempre escucha, siempre.

Y hoy fue otra noche, que fui a su búsqueda. Nunca me da respuestas, pero como el hombro de ese amigo que siempre está, sabe recoger mi desahogo. Hoy le preguntaba si él se sentía un alma desparejada... y entonces, una fuerte brisa sacudió las ramas de los álamos que nos separaban... sobrecogido, levanté la vista y vi atónito, el cómplice guiño de una luna enamorada.

Buenas noches, Princesa

Te besa,

Tu Mosquetero

jueves, noviembre 11

Tu nombre...

Princesa,

he olvidado tu fragancia, lo primero que olvidé. Esa fragancia que vistió nuestros encuentros y que me impregnaba las horas después de separarnos, cuando respiraba tu recuerdo reciente, tu recuerdo vivo... Esa fragancia que era capaz de esconderse en los poros de mi piel, para entremezclarse con mi sudor y dosificarse deslizándose sobre mi cuerpo... Esa fragancia, hoy ya no puedo respirarla...

Después de olvidar tu fragancia, olvidé tu voz. Esa voz que escapaba vehemente de tu sonrisa, y que era capaz de embelesarme, de silenciarme, como si fuera la melodía más bella interpretada por una gran orquesta de ángeles. Esa voz, que nunca me trajo un teléfono, esa voz se apagó... esa voz, hoy no puedo escucharla.

Solo me resta hoy el recuerdo de tu rostro y tu nombre. Tu rostro se presenta difuminado en la nostalgia, y resucitado por tu eterna sonrisa, que sé, que siempre recordaré. Y tu nombre, ese que tantas veces perseguí en mis solitarias noches, hoy se entremezcla con otras letras, y se muestra confuso.

Sé que tu nombre, jamás olvidaré... pero esta noche ya no sé, si mi amor tiene tu nombre...

Buenas noches, Princesa

Te besa,

Tu Mosquetero

martes, noviembre 9

La vida me descubre cansado...

Princesa,

la vida me descubre cansado. Cansado de buscarte en cada piedra que tuerce mi camino y en la música que negocia suspiros a mis silencios. Te he buscado en mis palabras y en las que otros escribieron.

He aprendido que todo se puede dibujar con palabras, pero media un abismo entre lo escrito y las realidades que desgraciadamente equipan nuestros días.

En las palabras cabe el amor y la armonía, así como caben la amargura y la soledad... todo cabe en ellas, porque siempre existirá un viento capaz de guiarlas hacia un recoveco del olvido... Y allí, allí es donde vuelan mis palabras, porque ese viento nunca conoció tu rumbo ni tu senda... ese viento nunca supo llevarte mis susurros, y hoy lo maldigo invitándolo a mi sueño de lluvia de cristales rotos...

Remitente de palabras cansadas, así me descubre el destino. De esos cansancios, que la vida me dispersa a buscar, y que solo persiguen acomodar mis días, convocándome a sencillos funerales de palabras remotas.

Mi vida continúa escupiendo pedazos de sueños rotos plasmados en papeles que empiezan a amarillear, y en los que ya no sé, si caben tu sonrisa y tu mirada.

Las palabras surgen fracturadas, ellas solas se entrecortan y se solapan, mientras a mi alma, nadie le ha detallado si perseguimos juntos un amor imposible, o si por el contrario, caminamos carcomidos por una ilusa espiral que nos ha generado el destino...

Remitente de palabras cansadas... de palabras cansadas...

Buenas noches, Princesa

lunes, noviembre 8

La playa...

Princesa,

cuando llegará la noche que prendas los faros de tu costa, para que mi barca conjugada de caricias, alcance presta, la arena de la recelosa playa que en los poros de tu piel se esconde...

domingo, noviembre 7

Adiós palabras...

Princesa,

...y si, fueron alfileres los que dejaron punciones imposibles de cicatrizar, por eso las palabras, abandonan este alma errática, no por el deseo de trazar emociones, sino simplemente por no seguir amparando un futuro que no desean...

Siento que me abandonan las palabras, esas que me acompañaron desde los tiempos de las miradas en el espejo de un niño repeinado y solitario, y que pactaron continuar viaje juntos, hasta ser un día epitafio, cuando mi vida se hiciera cenizas esparcidas en un campo bañado por sombras acortadas de cipreses...

No puedo retenerlas... me abandonan... y esta vez, no para emocionar corazones, hipnotizar pasiones y negociar encuentros efímeros de desahogos banales... esos encuentros que hoy me escupen el recuerdo, al descubrirme como un encantador de moribundas esperanzas...

Os digo adiós, compañeras... recorred mundo, encontrad a quien sea digno de vosotras, quien posea esas manos que os mimen, y que tenga el preciso tacto de otorgaros el aprecio que yo no supe entregaros...

Solo me queda, daos las gracias, y cuando llegue el día que os contemple desfilar, por mi última morada, os rogaré que dejeis no más por piedad, un adjetivo...un adjetivo que se ocupe de llenar mi epitafio desierto....

Buenas noches, Princesa

te besa,

Tu Mosquetero

sábado, noviembre 6

La fragancia y el beso...

Princesa,

ayer pude entrar de nuevo en tu habitación, en silencio, de puntillas, tratando de no perturbar la calma que allí se respiraba. Me senté en tu cama, con las manos abiertas y posadas sobre tu colcha, la mirada en el espejo enseñado de tu rostro, y la respiración profunda. Cerré los ojos, y traté de discriminar tu olor, entre la mezcla de aromas que inspiraba... y lo hallé, lo quise memorizar, lo quise guardar dentro de mi... antes de tener que obligatoriamente expirar el aire que lo cobijaba. Ya tenía tu fragancia, esa que dicen ser lo primero que se olvida al estar lejos de una persona.

Después abrí el cajón de tu mesita de noche, y dejé un beso, a resguardo su fragilidad de traicioneras corrientes de aire, que pudieran arrastrarlo hacia donde ya fueron cientos de besos que partieron de mis labios sin destino.

Suspire profundo, sintiendo que portaba tu fragancia bien al fondo de mi pecho, me levanté, y con el mismo sigilo con el que entré, suavemente, cerré la puerta por fuera.

Allí quedó mi beso, esperando su momento, ese instante justo después de que cierres los ojos, y antes de que se encienda tu sueño... Solo entonces se posará dulcemente sobre tus labios, y susurrarándote un te quiero, te conducirá de la mano al sueño...

Buenas noches, Princesa

te besa,

Tu mosquetero

jueves, noviembre 4

Quién...

Princesa,

hoy no cabe más dolor en mi cuerpo. Tu silencio me está consumiendo, y tu larga ausencia está difuminando mi esperanza...

Dónde queda tu palabra, capaz de traer la armonía a mi sonrisa..

Dónde van tus pasos recelosos de mi sigilo...

Dónde queda tu mundo, tan lejos de mis cuartillas escritas...

Dónde quedan tus sueños, los que dibujas cada noche, y en los que por más que lo intento, nunca consigo adentrarme...

Quién condenó al silencio, a este amor que me devora...

Quién condenó a lo insalvable, a la distancia que nos desune...

Quién condenó a las lágrimas, al mirar la luna cada noche...

Quién condenó al frío, a este alma deshabitada...

Quién...


Buenas noches, Princesa

Te besa

Tu Mosquetero

miércoles, noviembre 3

La luna y tu espalda...

Princesa...

esta noche, me queda igual de alejada la luna que tu espalda... pero esta noche, nada puede impedir que le susurre tu nombre a la luna, mientras mis dedos sueñan con calma, dibujarlo en tu espalda...

martes, noviembre 2

Descuidé arrancar las malas hierbas...

Princesa,

descuidé arrancar las malas hierbas, y los baobabs habitaron mi hogar hasta desalojarme.

No puedo volar lejos, es muy difícil con un ala rota y mal curada, únicamente puedo tratar de subirme a una corriente cálida, y que sea ella quien otorgue un nuevo rumbo a mis días...

No quiero volver a habitar un hogar solitario, relamiendo heridas en la oscuridad, viviendo en los recuerdos y soñando vivencias... Un hogar sin sonrisas, un hogar a gritos de silencio, con charcos de lágrimas en todas las estancias... Un hogar sin ventanas abiertas, con nieblas que impiden ver sus paredes, y arropado cada noche con amarillentas y roídas sábanas...

Por eso trataré de acostarme en esa corriente cálida, y dormirme en ella, para quizás despertar convertido en sueño que me reencarne en semilla. En semilla de un rosal que florezca en tu ventana, y que esa rosa de pétalos rojos, sea capaz de arrancarte un suspiro con el aroma de mi recuerdo... y después, me marchitaré, para habitar el descanso eterno vestido de sonrisa...

Buenas noches, Princesa

te besa

tu Mosquetero